Dejarse ir

¿Cómo dejarse ir de a poco si el alma tiene prisa?

Levantarse como si las mañanas no fuesen frías y los despertares un balde de amarguras recién caídas del árbol, entonces nos quedamos callados hasta que el segundo intento calme al alma sin olas, la ingenuidad de lo posible es un plato de cereal con mucha azúcar y avena, no podemos correr aún sabiendo que lo querido viene en el siguiente tren.

Mirar atrás e ir descontando pasos, falta poco para llegar y aún nadie espera, detrás de la línea sigue siendo igual, una solitaria franja para despreciarnos a capa y espada, las raíces serán enemigas del presente solo dos minutos antes del nuevo abrazo.

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