Sabemos contar con los dedos el tiempo necesario para dejarnos caer, ahuyentar el latido y hacerse el muerto antes de vivir lo suficiente.
Parece que ya hemos peleado mucho con el sentir, la indiferencia a tiempo completo es un galardón del cual nunca fui merecedor, nosotros contamos el tiempo con abrazos y las alegrías con mandarinas. Las flores prometen si el invierno se queda otro ratico, nadie se quiso quedar sin tiempo y la primavera es un mañana anticipado.
Anotado en los cuadernos del sol hay una despedida para cada uno, ¿Cuántos pasos faltan para que vuelvan a caer las hojas? Las leyes del cada cual y su razonable vacío, no hay principios aparentes si el final se percibe en el ahora. Nunca faltó una duda entre cualquier beso, que me disculpe cada asunto pendiente que hoy dejo a un lado, nunca supe quedarme y en cada esquina siempre hubo alguien dejándome ir.
Angelino pan y vino 