Tan acostumbrado a no encontrar nada, pesimistamente caminante, ¿en una espiral el final es el centro? Que alguien venga y me diga cuánto más debo girar, o no, no importa si no dice nada, solo espero que alguien venga, se siente aquí, espere de mi una frase profunda y melancólica, defraudarle con una sonrisa y creer que se quedará a esperar el final de esta alegría impertinente.
Tengo libros y galletitas, tomo cerveza los jueves y pongo música alta para creer que aún soy un rebelde sin causa (porque es juernes y el cuerpo lo sabe). Adoraré tus cachetes por Freudianas razones y le daré un nombre a ese super poder de tener unos ojos chiquitos que de gigantes abrazan toda una existencia.
No aparezcas más sin avisar, así dice una canción de Silvio y así murmuran los arcángeles del suelo, ¿Arcángeles?… un deseo de alas y espada debe tener un nombre, un suelo que necesita tus pasos debe ser protegido por un hijo de los cielos. No aparezcas más si estoy perdido, encuentrame metiendo una mano en el bolsillo y buscando lo que olvidé para los dos.
Acostumbrando a no llegar, perdidamente puntual en el lugar no correcto, no sabría que hacer si un día me consigo en el andén no equivocado, ¿Que haría con este monólogo de señales y destinos? Duda duda duda, hermana duda, diría Drexler, ¿Me quiere o no me quiere? Se canta en la ejecución de una flor…¿Y si venís esta vez?