Lo olvidado del renacer propio se manifiesta en cualquier hoja a punto de caer, la caída es una disposición inobjetable del camino y nadie se atreve a dudar del siguiente paso, aqui los predicadores del reverdecer se quedan sin su templo floreado, ¿es ser otoñal una licencia para marchitarse?.
Amarillos como un pelotón de girasoles que giran sobre si mismos, como fantasmas apurados tropezando amaneceres, soldados de la resignación cabalgando hacia el naranja perpetuo de lo atardeciente a ras de suelo, ¿aquí todo muere o el invierno nos dará algo mas que perder?
Caminar de a poco y nunca olvidarse de los azules, el consejo de una boca transitoria a quien decidió quedarse, ¿puede un caracol ser parte de los otoñales?, en el mar también caen hojas, en vaivenes de pasados, en consecuencias y memorias, ¿tiene un caracol licencia para marchitarse?.