La formalidad epistolar es una pretension ajena a los desbordes propios de quien le habla al gran desamor de todas sus vidas. Del verso cabizbajo al grito glorioso, plegaria especular lanzada al fondo de mis manías, de libertades escondidas a silencios de cantar alegre, rebeldía estacionaria de mis raíces aéreas, de mis intenciones rotas a la esperanza que debimos dejar atrás, evidencia contraria de quien quiso ser y le dió miedo estar, del paso al pasto y del tren al tiempo perdido, podría morir menos si alguien me culpara de ser algo más.
Que la vida no puede ser menos que el verso, seamos eso que se escribe, dar vida al poema presente y nunca descansar sobre los pies del dolor que ya camina, pero cargamos el aire ligero del sinrazón, en horarios de oficina se especula que aún nos queda un poco de alma, se escribe a la hora del almuerzo un párrafo horrible sobre infinidades imprudentes y se respira la perpetua lejanía del corazón de caracol.
El abrazo de las palabras se nos queda corto si mis falsos pasos me dejaron quieto, podríamos morir de a versos si la valentía se nos presentara en el desayuno, pero el lugar que ocupamos ya aprendió a quedarse vacío con nosotros adentro.
Fantástico; prosa poética… 👌
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Muy agradecido por su lectura. Saludos.
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