Deshabitar el cuerpo y sentarse a esperar, ¿Sabes si alguien vendrá por mi esta mañana? Yo, por ejemplo. Abrir los ojos es una pretensión infame para quien no se sabe vivo, a fin de cuentas siempre quisimos ser menos que un nombre, algo como un color primario con delirios de amanecer impresionista, líneas para un lindo cuento, un nuevo cuento, de amor y tragedia, lleno de música y mártires del sentimentalismo… ¿Y tragedia? Aquí donde no me recuerdo tengo el llanto en las entrañas, un versículo vago diluido en acordes. Me sé una canción: «vengo de soñar y aquí te traigo un souvenir». El castigo del miedo y su absurda mochila van llenando de asuntos mis cartas sin fecha, ¿Pronombre correcto para oraciónes en primera persona olvidada? En compases terciarios una memoria se baila, valses, siempre valses, de camisa y sombrero el augurio nos marca el comienzo. 1, 2, 3… ¿Alguien sabe cuántos asuntos pendientes caben rotos en un presente? Del sueño no se habla si el pasado no es palpable, olvidar un primer beso y dejar un alma sin techo. El amor no es una casa si en la puerta no está quien te amó, si las ventanas son una tarde ajena debemos aceptar que esta casa aprendió a abrazar sin ti.