Darle la dirección incorrecta al alma, si dobla en una esquina ajena no volverá en un par de horas, que no se de cuenta que quisimos dejarla a un lado, aún no tenemos un protocolo establecido para almas que no quieren volver.
Ponerse lo pasado en la boca, ese secreto a medias hará del silencio un asustado suspiro, más cansado que de costumbre, resignado y con la forma del espacio que ya no le contiene, en sílabas, como un saludo en tela de juicio, mirando al suelo buscando la distancia adecuada.
Asegurarse de dejar un sabor a último intento, a renovada insuficiencia, a ingratitud autoproclamada, el desazón será fortuito si ya los hombros decidieron en que punto dejar de creer, un hasta luego desentendido por si quieres voltear a verme, sigo mirando el suelo, se hunde el plan, ya no hay distancia adecuada.