Nadie no tenia forma de saber que este sería un día importante, nunca tuvo certeza de lo importante y no era consciente de que, hasta hoy, no había existido. Tenia recuerdos de una vida pasada, fue capitán, fue obrero de verbo simple y alegre, fue boceto de artista, hecho a lápiz de punta blanda, casi sin lineas, con todas las ausencias bien marcadas. Nadie no tenia forma, era solo preguntas, ¿habrá sueños mas allá de la vida? el medía la vida para ver si le alcanzaba, para hacer una cajita donde contener aquel sueño, o enterrarlo, solo si no había nada mas allá. El fue rojo y blanco, en una orilla, alto como el suelo de las gaviotas, en su cabeza hacían coro las luciérnagas, sin voces, con luces, danzantes, sin piernas ni brazos, con luces. Nadie se mecía en una hamaca, cuando no era, fue un olor a algas, cuando no era, ¿hay formas de estar cuando no se es? nadie le respondió a Nadie, recién reconoce al mundo con sus ansias ancestrales, él, que nunca existió y lleva a cuestas tantas vidas, nostalgias heredadas, deudas con lo que fue antes de ser, patrimonio impalpable de viejos amores. Nadie se hizo cantando un verso triste, los dioses del nacimiento tardío le impusieron melodías atardecientes, justo cuando comenzaba a ser, entonces algo oscurecía con cada canción, era Nadie el atardeciente, era él un ir hacia la noche, ahí donde las luciérnagas bailaban en su cabeza. Nadie caminaba sobre el rayado de la calle, él fue rojo y blanco, en una calle, esto es muy pequeño para nosotros, disculpa lo reiterativo, ¿hay sueños mas allá de la vida?