Ya hemos pasado por este proceso una infinidad de veces, una infinidad bastante definida, pero cuyo valor impronunciable la pone en el orden de los elementos cuya magnitud no ha sido dada, y ha sido igual siempre, esta vez vivo el otoño desde una ciudad que aun no ha sabido hablarme, es abril un amuleto de mejillas sonrojadas, un cofre de humedades latentes. En la periferia de los actos cotidianos transcurre una historia, un primer acto escrito sin saber lo que vendrá, sabiendo que el preguntar a donde vamos está lejos de todo procedimiento permitido, solo se toma la mano de quien se acerque sin pedir permiso, ¿en que momento pasarás a ser importante? Los vacíos en el pecho hablan mucho de nosotros. Arriesgado es escribir sobre abril cuando recién empieza, justo cuando nos andamos cuidando de las expectativas, falta aun escribir el protocolo de lo importante. Ir despacio es un axioma reinante entre los plebeyos de los pasos, es buscarle la quinta duda al zapato, es llenarse de ellas y luego preguntarse para que sirven. Es abril una voz media por debajo de la linea del horizonte, sin constancia de entrega, lo que comienzo a escribir sin certeza de sus finales, canciones que duraron mas de lo acordado, aun no se por qué en mi mundo una regla fue extrañarle.