Ya he pasado mucho rato sin escribir nada, las canciones se han ido, los cuentos se quedaron en par y excluyeron de su cuadro toda pequeña historia. Escribir ha sido, para mi, esa forma de no tener que recurrir a nadie cuando necesito sacar algo de dentro. Cuando tengo algo que contar voy y me lo cuento, me escribo y me releo, me pago y me doy vuelto, me compro, me robo, me mastico, me trago, me digiero, me cago y me doy bomba, me bebo de mas y me vomito. Sentirme inútil ante un papel blanco es un drama que no pienso aceptar, si aquí no hay nada que contar pues divagaré y divagaré y divagaré y divagaré hasta que echemos abajo esta casa sin palabras.
No hay noticias esta mañana, el hecho es que no ha pasado nada, el hecho es que echamos la ultima silaba fuera y no logró ser mas que un monosílabo disociado. ¿Querés mate? después habrá café, tampoco nos fuimos de la tierra. Echamos el hecho en un contenedor lleno de horarios de oficina. Discúlpame, insomnio, mañana es día laboral. Lo hecho que ya hecho está, nunca puede ser si aquí no estuvo descrito, si nunca leí lo que fui. Escribe, por el amor a algo, maldice, por el amor a algo. El azar nunca me ha entendido, que hablo entre dientes, dice. Linda historia mal contada, cuento gritado bajo tres gaviotas y un sol que le huye a los girasoles, porque los soles no siempre quieren ser el centro de su respectivo sistema. Que lindo es, a veces, ser satélite de alguien.