Si seguimos con el protocolo de lo inexistente terminaremos irremediablemente irreales, perdidos entre las trazas del invierno o ganados dentro de la belleza de la nada, realmente irrevocables, irrevocablemente inexistentes, inexistentemente abrazados en un pétalo de lo temporal… Me quiere, ¿No me quiere? Protocolarmente incrédulos, incrédulamente amantes de lo pasajero, pasajeramente serenos, serenamente intransitables… El camino, que alguien me hable del camino que ya voy olvidando, olvidadizamente caminante, caminantemente cantante, pásame la guitarra y todo lo que guarda, amor de mis acordes, inestable y protagónica, vibremos más allá de esto, vibrantemente lejanos de todo, lejanamente sonrientes de algo… Si seguimos con el protocolo de lo inexistente… ¿De qué estoy hablando?