Estoy borracho

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Sufro de un severo síndrome denominado: “impertinencia telefónica después de caerme a curdas”, o sea, alejen ese teléfono del demonio de mí sí ven que los roncitos y las negritas ya armaron la parranda en mi cabeza y lo primero que  echaron a perder fue mis filtros para decir las cosas. De un tiempo para acá he decidido hacerme responsable de mi problema y darle pronta solución, hasta he mejorado y todo, pero pasa que al igual que todo vicio al tratar de dejarse, en un principio, solo se sustituye por otro vicio de menor impacto y mayor aceptación entre los que te rodean. Y así es como las historias de todas mis redes sociales se terminan llenando de frases del tipo “Bukowski y Jodorowsky” en las madrugadas post-rumba, para mi estos panas son el equivalente literario del reggaetón en mi vida, no me gusta pero no haga echarme unas cuantas curdas para que me veas cantando “Te boté” como si no hubiese un mañana y diciendo que “encuentra lo que ames y deja que te mate” es mi cita favorita de todos los tiempos y me la voy a tatuar en el pecho un día de estos, mientras no tome una gota de alcohol me verás criticando toda frase intelectualoide que se le haya podido pasar por la cabeza a Bukowski, “el viejo escritor borracho y amigo de lo común, sobrevalorado cual Kurt Cobain de la literatura moderna”, pero al estar en estado de ebriedad el hombre pasa a ser de los míos, hasta llego a pensar que ojalá yo fuese como él cuando sea grande, un viejo borracho rodeado de toda la decadencia que el amor a las letras pudo darle y que está de moda, pues claro, yo quiero ser eso y no vale negarlo.

Además de ser mi ejemplo pasan a ser el paliativo a mis irremediables ganas de ser sincero con cada persona que se me atraviese por el chat, y es por estos ataques de sinceridad telefónica que doy gracias al que ahí estén mis dos panas escritores siendo el puente entre mi melcochoso verbo y mis manifestaciones de violencia selectiva, entre lo que se quiere decir y lo que se debe, un intermedio entre decir: “cásate conmigo que lo que vengo es comprometedor” y “mira esta frase, no tiene nada que ver contigo, solo me pareció chévere y seguro alguno de mis contactos puede identificarse con eso”, algo así como un Henry Falcón de mi hiperactividad comunicacional*.

Dejando a un lado la relación amor-odio que llevo con estos dos escritores y mi problema en pleno proceso de superación, solo he querido sacar a relucir este tema por una razón: estoy ebrio y he querido escribirle a alguien, pero por circunstancias ajenas a mi voluntad no he podido escribirle, tampoco pude subir una imagen con alguna frase de Jodorowsky a mi estado de Whatsapp… La quiero, ni siquiera mi discernimiento etílico es capaz de decirnos de que forma, pero lo cierto es que la quiero, quisiera tener la capacidad de escribirla como yo la veo y que ustedes me digan la forma y la magnitud de mi querer, quisiera enamorarlos con su sonrisa clara y sus grandes ojos oscuros entre letras, pero Angelino aún no ha aprendido a escribir los misterios del mundo, esperemos estar borrachos en otra oportunidad y que Bukowski y Jodorowsky me iluminen en este camino de escribir para el mundo lo que es ella para mí.

*Este personaje es para la política Venezolana el equivalente ideológico a un Ronald McDonald comunista (por si me lee alguien que no esté familiarizado con la política Venezolana)

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